Las estadísticas revelan que la duración media de los matrimonios desciende de forma sostenida durante las últimas décadas. Paradójicamente, las relaciones estables y duraderas siguen siendo deseadas por la mayoría de las personas.
Los inicios del Instituto Aster
El abogado Juan Barcelona estaba asombrado y preocupado por los muchos matrimonios que llegaban al despacho para divorciarse, en la mayoría de los casos por motivos de poca entidad. Un amigo, experto en orientación familiar le contó que había recomendado a algunos matrimonios dirigirse a una unidad de diagnóstico y terapia especializada localizada en otra ciudad lejos de Granada; pero que no todos, por la distancia y el tiempo que había que emplear, estaban dispuestos a acudir.
En esa conversación surgió la idea de crear una asociación que ayudase a esas personas a mantener unida su familia. Con este fin se reunieron con otros amigos y crearon el Instituto Aster, asociación sin ánimo de lucro que ayuda a psiquiatras y psicólogos convencidos de la importancia de la familia en la sociedad a especializarse y a formarse en terapia de pareja y de familia. Nombraron una Junta Directiva, elaboraron los estatutos, buscaron un local y pusieron en marcha este proyecto hace algo más de dos años, contactando con algunos psicólogos dispuestos a poner todos los medios para reparar las relaciones rotas.
Manuel Gurpegui, psiquiatra, recuerda que “Juan me llamó un día para contarme su proyecto y comencé encantado a participar. Me nombraron presidente de la Asociación. La primera tarea fue encontrar psicólogos que estuvieran de acuerdo con nuestros objetivos, dispuestos a estudiar y a formarse bien”. La primera batalla que afrontan es la de vencer el individualismo que dificulta la felicidad en la familia. “Los hijos deben ver el compromiso de los padres por mantener unida y feliz a la familia” -asegura-. Otro reto es conseguir que haya una buena comunicación en el matrimonio y con los hijos.
“Hay algo que se repite mucho -añade Isabel Galvache, psicóloga-: el miedo al compromiso”. Por eso hay que procurar ayudar a los que acuden a su consulta “a que sepan que el verdadero amor no es egoísta, es el que se da”.
Dos años de trabajo en terapia familiar y de pareja
Rafael Yanguas fue el primer es psicólogo en incorporarse al proyecto. “Me invitaron, junto a otros psicólogos, a la primera reunión de la Asociación y me entusiasmó el proyecto. Yo tenía mi consulta generalista y desde entonces comencé a estudiar y a profundizar en terapia de pareja y familia”. Rafael advierte de que es un trabajo emocionalmente duro, porque se sufre mucho al presenciar las disputas en la pareja; pero a la vez es un trabajo que llena de alegría cada vez que sale adelante una pareja y sigue la familia unida. “Hemos tratado unos 30 casos en estos dos años, la mitad con resultados positivos”.
Han visto cómo parejas que llevaban separadas varios años, con situaciones muy consolidadas, o en las que uno de los dos estaba muy determinado a no recomenzar, se han animado a probar, han acudido a ayuda profesional y han vuelto a unirse y siguen muy bien pasado bastante tiempo. Han visto matrimonios que vivían discutiendo constantemente y decididos a divorciarse, que no sólo han desechado esa idea, sino que han recuperado la alegría de estar juntos. Lógicamente no todo sale siempre bien, y en ocasiones no se consiguen los objetivos. “Procuramos que cada miembro de la pareja se conozca un poco más y conozca al otro –señala Rafael-, y a partir de ahí mejorar la relación. Vemos que es muy importante en el matrimonio saber pedir perdón y saber perdonar, sin esa premisa la relación no puede mejorar.