El trastorno desafiante por oposición es un cuadro que se puede diagnosticar preferentemente en la infancia y en la adolescencia. Se caracteriza por un patrón general de desobediencia, hostilidad, conducta desafiante y negativismo. Suele expresarse más en la población masculina; aunque hay una incidencia cada vez mayor entre niñas y adolescentes, en las que se observan estas conductas.
Es importante hacer un buen diagnóstico para delimitarlo de otros trastornos como el de hiperactividad y déficit de atención (TDAH), los de personalidad o la depresión que se expresan en una conducta irritable.
El tratamiento suele tener un buen pronóstico, si se coge a tiempo. Es importante hacerlo así, porque en caso de no obtener una respuesta temprana, puede cronificarse y desarrollar otro tipo de cuadros de mayor entidad. Si detectamos a tiempo una sintomatología negativista-desafiante en un niño o un adolescente y ponemos una intervención terapéutica acertada, tenemos muchas probabilidades de curación.
El trabajo debe hacerse con la familia, con un entrenamiento que capacite a los padres y les dote de recursos para afrontar este tipo de comportamientos en el hijo. Por supuesto, también se debe hacer una intervención con el joven que padece este tipo cuadros.
Hay que señalar que estos trastornos pueden afectar al equilibrio de toda la familia y suponer una fuente de conflictos en el matrimonio. Por esto conviene afrontarlos sin demoras. Una ayuda especializada sabrá establecer si estamos hablando de un comportamiento natural que suele acompañar a la etapa adolescente de los jóvenes, o si se trata de un verdadero trastorno que aconseje una terapia particular.