A la relación de pareja, tanto en el vínculo matrimonial como en el noviazgo ya consolidado, se le suponen una serie de rasgos y características definitorias entre los cuales se haya la fidelidad. La fidelidad es la base de cualquier relación de pareja digna de tal nombre. La fidelidad en las relaciones de pareja ha de encarnarse en las tres dimensiones básicas de respuesta propias del ser humano. En este sentido, la fidelidad ha de estar presente en la parte afectiva, en la parte cognitiva o pensamiento y, en la parte conductual o los hechos. Una persona fiel a su pareja, es fiel no sólo con el cuerpo sino también con la cabeza y con el corazón.
Desde este punto de vista, definiría la fidelidad como la entrega total y en exclusividad, sin reservas ni desviaciones hacia terceras personas, tanto de nuestra dimensión sexual como de nuestra dimensión afectiva, a la persona con la que hemos decido establecer nuestra relación de pareja. La fidelidad es la firme determinación de satisfacer nuestros deseos y necesidades afectivo-sexuales solamente con el otro miembro de la pareja. La base de la fidelidad son la voluntad constante de serlo y la lucha por mantenerse fiel en toda circunstancia. La persona fiel es aquella que quiere y combate por ser fiel siempre en todo momento, cortando cualquier conato de infidelidad. En este sentido, el infiel no es tanto el que se siente atraído por un tercero como el que se recrea en esa atracción. El infiel no es tanto el que“mira” sino el que mantiene la mirada.
En nuestras sociedades, la fidelidad no está de moda. Incluso a nivel profesional, dígase ámbito de la psicología y la psiquiatría, el que alguien sea fiel o no a su pareja se toma como un tema secundario, trivial, superfluo e incluso pintoresco. En todo caso, la salud mental suele considerar esta problemática como del ámbito de la intimidad y la libertad personal, en la que no se encuentra razón que justifique su abordaje. Lo cierto es que una conducta fiel o infiel dice mucho del sujeto en cuestión, ya no a nivel moral, sino a nivel de madurez y reciedumbre psicológica. El comportamiento fiel requiere esfuerzo, compromiso, capacidad de renovación interior, asertividad, sana rebeldía. El comportamiento fiel nos describe a una persona con capacidad de amar, de salir de sí misma, de dirigir su conducta, de pilotar su afectividad. La fidelidad nos revela a una persona con recursos psicológicos para sortear las tensiones internas. La fidelidad implica autoconocimiento y un enriquecedor diálogo con uno mismo. Como psicólogo me fio más del fiel que del infiel. Quien es infiel, no sólo es infiel a su pareja, sobre todo, se es infiel a sí mismo.
No obstante, la conducta infiel es siempre susceptible de ser abordada terapéuticamente. Mediante una evaluación y un análisis adecuado, podremos identificar y modificar aquellos elementos y factores causantes que han conducido a la infidelidad. La pareja que ha sufrido una infidelidad puede superarla y, paradójicamente, terminar por sentirse más unidos de lo que nunca estuvieron. El comportamiento infiel es un comportamiento modificable. Quién es infiel no tiene por qué serlo para siempre ni tiene que volver a reincidir. Sabemos que la infidelidad es lo que más atenta contra el especialísimo vínculo que une las parejas sentimentales. Pero, del mismo modo, también sabemos que si se tiene la capacidad y la valentía de encajar una infidelidad, la pareja en cuestión suele quedar afianzada de por vida.